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jueves, 16 de mayo de 2019

Saludos a un maestro colombófilo mexicano.

Carlos Orendáin 


Eduardo Buenrostro lleva más de 75 años compitiendo ininterrumpidamente, según revela. 

Es un personaje célebre en la colombofilia mexicana, uno de los colombófilos de más prosapia en el medio nacional. 

Radicado en Francia en los 70, compitió en el Cercle Colombophille de Toulouse, donde ganó un campeonato de pichones. Lo que lo convierte en el único mexicano en ganar un campeonato en suelo europeo hasta la fecha.

Diferencia de tamaño entre palomas de velocidad

"Un día en mi casa, mi primo vio unas palomas de fantasía que no eran mensajeras y me dijo: 'Yo te voy a regalar unas de verdad'. Pensé que era puro cuento pero un día, llegó y me dejó dos parejas de palomas. Les habían cortado las alas para que no se fueran. Cuando subí al cuarto de servicio, estaban escondidas debajo de la cama. 

Me asomé a verlas y observé los colores muy oscuros, con una narizota, y dije: 'Que feas están esas cosas'. Porque las mías eran de fantasía, ya sabes, blanquitas, bonitas, con su copetito. Total que un día tuvieron hijos, tanto unas como otras, y me las llevaba a la escuela, pero las únicas que regresaban eran las mensajeras. Entonces me empezaron a interesar y me dije: "No, pues éstas sí son listas".



"Las de fantasía nunca regresaron", dijo Carlos Orendáin. "Mi primo, sin ser colombófilo, me empezó a explicar que esas palomas regresaban. Yo, siendo un niño, quedé maravillado, pero al mismo tiempo consideraba medio charlatán a mi primo. Entonces empecé a hacer mis pruebas. 

En la bicicleta llevaba a unas calles de mi casa a los pichones, hijos de las mensajeras, los soltaba y se regresaban. Luego más lejos y más lejos".

"Vivía en la colonia Roma e iba en la escuela primaria a Mixcoac. Estaba en tercero de primaria, llevaba mis palomas y las soltaba ahí, en el recreo, era medio show. Entonces me hacían bola todos los chavos. A mi mamá le mandaba mensajes como: 'No voy a ir a comer, voy a ir a casa de Saucedo'. Entonces soltaba la paloma. Cuando llegaba a la casa, mi madre iracunda preguntaba: '¿Qué pasó? ¿¡Dónde andabas!?'



 Le decía que le había mandado un recado con la paloma y no me creía. Subíamos al palomar y le comprobaba que sí era cierto. A los diez años empecé con mis primeras palomas", agrega alegre.

Eduardo Buenrostro


Aunque la colombofilia es una actividad deportiva y reconocida oficialmente en México por la Confederación Deportiva Mexicana (CODEME) y la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), está disminuyendo en el la Ciudad de México. "En el DF ya no hay azoteas para tener palomas. 

Los jóvenes tienen departamentos, ahí ya no se pueden tener. Por eso la colombofilia es tan chiquita en el DF, ya no hay techos, la gente no tiene propiedad, es más fácil que lo tengan donde hay casas de interés social, que tienen techos planos. Si tienen techos inclinados se la pelan. 

Por eso la colombofilia ha crecido en pueblos como Capilla de Guadalupe, San Ignacio, Arandas o Tepatitlán".

"El colombófilo que no gana se desanima, porque para ganar hay que entrenar. Y salir de esta ciudad a la carretera a entrenar es mortal, pierdes el día", argumenta el septuagenario, ostentando un aire de sabiduría. "El repunte de la colombofilia en México es la provincia".




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